Tras una mudanza al mismo barrio, Natalia se encontró con una casa llena de cajas, una rutina familiar desbordada y cero tiempo para colocar todo en su sitio. Trabajaba a jornada completa y sentía que no podía más. Durante una semana, en plena vorágine, la acompañé a darle orden y sentido a su nuevo hogar. No solo colocamos cada objeto en su lugar, sino que la guié a soltar lo que ya no le aportaba —aunque al principio le costó, hoy reconoce que fue una de las mejores decisiones. Su marido decía que aquel trabajo no tenía precio, y ambos coinciden en que haber contado con Olenic les ahorró semanas de caos y les devolvió la calma que su familia necesitaba.